Hoja de árbol con gotas de lluvia.

¿Que qué es el petricor? Bueno, si eres de esas personas que adoran el olor a tierra mojada, puede que alguna vez te hayas preguntado por qué la lluvia huele tan bien. Si tal es el caso, tienes que saber que hablamos del petricor: ese singular aroma que sentimos cuando comienza a llover. 

Ahora bien, pero ¿particularmente a qué se debe? ¿Cuál es el fenómeno químico detrás de esta curiosa fragancia? Para contestar estas interrogantes, antes tenemos que preguntarnos qué es el petricor y cuáles son los efectos que provoca en su entorno

¿Qué es el petricor?

(Imagen de microscopio electrónico de barrido de Actinomyces israelii, un género de actinobacterias de tipo Gram positivas, como las que generan el olor de la lluvia)

Lo que casualmente damos en llamar «olor de la lluvia» es resultado de una serie de procesos químicos provocados por un tipo de bacteria (actinobacterias o actinomicetos) denominada petricor.

Este tipo de bacterias se desarrollan en la tierra, pero únicamente cuando el suelo está caliente y húmedo. En esencia, esto es lo que hace que percibas ese aroma cuando llueve en primavera o en verano.

Para analizarlo y comprenderlo, hay que investigar los componentes que lo originan. Es decir, el génesis del petricor.

Las actinobacterias implicadas en el petricor

Actinobacterias implicadas en el petricor.
(Imagen microscópica de cultivo de Streptomyces, el género más extenso de las actinobacterias implicadas en el petricor, que provocan el olor de la lluvia)

Los actinomicetos, o las llamadas actinobacterias, son un tipo de bacteria filamentosa que vive en el suelo. Estos diminutos pero fascinantes seres vivos crecen y se reproducen en la tierra.

Y ello lo consiguen solo bajo una serie de condiciones determinadas: cuando el suelo supera cierta temperatura (gracias al calentamiento que provee la estrella que da nombre al sistema planetario que habitamos) y cuando el medio es húmedo, tras recibir la lluvia producto del ciclo natural del agua

Es en ese preciso momento que estas bacterias desprenden sus potentes esporas. Luego, cuando las gotas de lluvia chocan contra el suelo debido a la fuerza de gravedad del planeta, esas esporas se desprenden y se expanden por el aire hasta llegar a nuestra nariz y boca, donde son absorbidas por nuestras papilas gustativas e interpretadas por nuestro cerebro.

Sí, sin dudas: todo está conectado (y, sí, ¡así de fascinante!). Estas bacterias son extremadamente comunes y se la puede encontrar prácticamente en cualquier parte del mundo en donde haya tierra.

La acidez de la lluvia y su aroma en el petricor

Por otra parte, además de los actinomicetos, también hay que mencionar al acidez de la lluvia y su efecto en toda esta cuestión. Debido a los agentes químicos que, por el desarrollo de las actividades humanas, se encuentran en la atmósfera, el agua de la lluvia comúnmente alcanza una acidez particular (sobre todo en las grandes ciudades y entornos urbanos bajo sistemas de producción capitalista).

En este sentido, cuando la lluvia entra en contacto con desechos orgánicos y otros compuestos químicos en el suelo, se desarrollan determinadas reacciones químicas en la tierra, lo que resulta en diferentes aromas, olores y fragancias. Muchos minerales y sustancias químicas, por ejemplo la gasolina, tienen fuerte incidencia e intensifican el aroma que se desprende cuando llueve.

Pero entonces… ¿por qué nos gusta el olor de la lluvia?

Ahora bien, siguiendo este razonamiento y teniendo en cuenta lo desagradable que podrían resultarnos las cosas que provocan el olor de la lluvia, ¿no es curioso que ese aroma nos guste? Es decir, ¿por qué nos gusta el olor de la lluvia?

La respuesta está en nuestra genética y tiene mucho que ver con nuestra historia como especie, una historia de supervivencia.

Desde la comunidad científica se ha sugerido que nuestro afecto por el aroma de la lluvia nos fue marcado a fuego como una huella del pasado que está directamente relacionada con nuestro instinto de supervivencia y nuestra profunda necesidad por el agua. De allí su nombre, como hemos referido: el petricor.

La fragancia que surge cuando llueve después de un largo período de sequía era conocida como «petricor» en la antigüedad. Más precisamente, es un término proveniente del griego, compuesto por petros- (piedra) e –ikhôr (etéreo).

(Desierto de Namibia, uno de los lugares más secos y áridos del mundo, así como uno de los más difíciles para sentir el petricor)

De este modo, el petricor era referido al momento en que, después de un largo tiempo sin agua, finalmente llovía.

Durante épocas de sequía, las plantas segregan un aceite natural para resistir la falta de hidratación. Cuando la lluvia trae el agua, ese aceite se desprende de las plantas y se esparce en el aire, dejando ese característico aroma que hasta hoy asociamos con la lluvia.

Así, la humanidad ha establecido una fuertísima conexión entre la esperada llegada de la lluvia, el fin de la peligrosa sequía y el petricor, transmitiendo ese agradable sentimiento asociativo de generación en generación. Fascinante, ¿no es así? Recuerda que puedes contarnos qué opinas en la sección de comentarios.

Por Hernán Roble

Investigador y divulgador científico, apasionado por las ciencias y fundador de Enclave Científico.

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