Los gases de las vacas se ven desde el espacio (y cómo aumentan el cambio climático)

Por primera vez en la historia, hemos observado que las emisiones de metano de los gases de las vacas se ven desde el espacio.

Utilizando un satélite, se identificó un cúmulo con una de las mayores acumulaciones de gas metano registradas. Concretamente, en una granja en California, Estados Unidos.

De este modo, se marca un nuevo nivel de precisión para el monitoreo científico de las emisiones de gases de efecto invernadero de este tipo, producto de los modelos de producción de la agricultura industrial-capitalista y el desmedido consumo de carne.

Los gases de las vacas se ven desde el espacio

Imagen satelital de GHGSat Inc en el que los gases de las vacas se ven desde el espacio.

Por primera vez en la historia, especialistas científicos han medido los gases, eructos y pedos de las vacas desde el espacio

Esto puede parecer extraño, pero cuando las vacas eructan o liberan flatulencias, arrojan gas metano a la atmósfera de la Tierra.

El verdadero origen del inmenso problema de los gases de las vacas

Fórmula estructural de la molécula de metano, CH4. La molécula pertenece al grupo Tdpoint (Iinformación estructural determinada por espectroscopia de microondas).

Más allá de lo asqueroso que a algunas personas les pueda parecer, el verdadero problema es que el metano es un poderoso gas de efecto invernadero. Es decir, un gas que contribuye al calentamiento global. Para hablar con claridad: los gases de las vacas están acelerando el calentamiento global.

Sin embargo, es muy importante tener la misma claridad para identificar el origen del problema, que, por supuesto, no son las vacas.

En los gases de las vacas o en el hecho de que emiten gas metano al liberar sus flatulencias no hay nada extraño ni curioso. No hay nada malo, ni nada realmente peligroso

El verdadero origen del problema es lo que las personas hacen con las vacas y con otros animales. 

De acuerdo a este estudio científico de la reconocida EFSA Journal, todo ejemplar de vaca experimenta al menos 12 etapas desde que llega al matadero hasta que lo matan, despellejan, descuartizan y guardan en bolsas plásticas para que las personas puedan pagar por ellas en el mercado: estrés por calor, estrés por frío, fatiga, sed prolongada, hambre prolongada, restricción de movimientos, incapacidad para descansar, estrés social, dolor, miedo y angustia extrema.

Más precisamente, en aquellas personas que producen carne en forma industrial. Nada de qué sorprenderse: grandes empresarios que no solo se hacen ricos a costa de la vida de otros seres vivos, de la crueldad y del maltrato de las diferentes especies que sostienen la vida, sino a costa de la explotación del único planeta del que realmente se tiene la certeza de que es capaz de albergar vida en el universo conocido.

Tampoco hay que ser Nikola Tesla para entenderlo…. Las vacas en sí mismas no han hecho nada malo, simplemente expulsan gases como parte de una serie de procesos biológicos naturales.

Pero, dado que la actividad humana sigue siendo el principal impulsor de las emisiones de gases de efecto invernadero, los investigadores están evidenciando cómo la industria agrícola y los modelos de producción capitalista son los mayores contribuyentes al cambio climático.

Más de 5000 toneladas de gas metano a la atmósfera terrestre

Huella de dióxido de carbono por kilo de carne producida en el modelo de consumo masivo e industrial.

En este nuevo estudio, uno más entre los miles y miles que siguen alertando sobre la urgente necesidad de modificar nuestro comportamiento para dejar de destruir el único lugar en el que la humanidad puede sobrevivir como especie, los investigadores utilizaron satélites de alta resolución de GHGSat Inc.

De este modo, pudieron estudiar las emisiones de metano de un corral de engorde de vacas Bear 5 en los campos de Bakersfield, California, Estados Unidos. Así descubrieron que, el 2 de febrero, el lote emitía un rango de 443 kilogramos a 668 kg de metano por hora.

Huella hídrica de la producción de cada kilo de carne industrial. Para producir un kilo de carne de vaca, la industria utiliza 15 000 litros de agua.

Si estas emisiones se mantuvieran durante un año, sumarían más de 5000 toneladas de metano a la atmósfera terrestre, según comunica el estudio científico en cuestión.

«Hasta donde sabemos, esto no se ha hecho a escala de instalaciones individuales para el sector agrícola», dijo Brody Wight, de GHGSat, en el mismo comunicado. «La idea es que primero debemos medir antes de poder tomar una acción realmente positiva», añade.

¿Por qué las vacas liberan tanto metano?

Quizá podrías pensar que los pedos de las vacas son más potentes que los eructos de las vacas cuando se trata de emisiones de metano. No obstante, resulta que la flatulencia solo constituye una pequeña cantidad, aproximadamente el 5 %, del metano generado por el ganado.

El resto proviene de los eructos, con el metano liberado por la nariz de las vacas, según el comunicado. Las vacas eructan mucho porque en su interior se crean gases cuando sus estómagos descomponen el pasto y otros alimentos diseñados en el laboratorio para hacerlas engordar y que así produzcan más carne que vender.

La agricultura moderna, de perspectiva occidental y capitalista, tiene una influencia gigantesca en el cambio climático. De hecho, tal como señala la Agencia Internacional de Energía, el sistema agrícola actual es la mayor fuente de emisiones de metano en todo el mundo.

El sector agrícola industrializado genera aproximadamente el 10,5 % de todos los gases de efecto invernadero solo en los EE. UU., según el Departamento de Agricultura de los EE. UU (USDA, por sus siglas en inglés).

Y, a partir del 1 de enero, había 91,9 millones de vacas y terneros viviendo en granjas en los EE. UU., informó el USDA por separado. Muchos otros países de altísima producción ganadera, que también son líderes en crueldad y maltrato animal, ni siquiera cuentan con este tipo de registros.

Promedio de emisiones de gases de efecto invernadero en dieta de 2000 kilocalorías diarias.

Si consideramos los datos de la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la industria de la ganadería es el sector que más gases de efecto invernadero emite, aproximadamente el 18 % del total, después del 22 % que representa el transporte.

A este respecto, hablamos concretamente del 9 % de las emisiones de CO2 en todo el mundo, el 37 % de las de metano —más que las de la explotación minera, de petróleo y de gas natural juntas— y el 65 % de las de óxido nitroso. Precisamente estos dos últimos gases tienen un efecto invernadero mucho más potente que el CO2.

Las ventajas de medir el metano de la Tierra desde el espacio

A pesar del inmenso tamaño de esta industria del mal, que se sostiene, lógicamente, porque hay un consumo igual de cruel, desmedido e irracional de carne, y pese al peligro que significan las emisiones de gases de efecto invernadero para la vida de todas las especies de la Tierra, esta es la primera medición de este tipo realizada desde el espacio con satélites.

Asimismo hay que decir que, en buena medida, el gas metano de las vacas es particularmente difícil de rastrear en el suelo. Esto se debe a que las emisiones son difusas y, por lo tanto, se las lleva el viento, dijo Wight. 

Y esto hace que las observaciones satelitales sean especialmente importantes para recopilar datos sobre las emisiones de metano del ganado en la Tierra.

Emisiones de metano en la Tierra según los datos registrados por la NASA.

Medir el metano de la Tierra del espacio también tiene una serie de ventajas significativas, ya que permite a los investigadores escanear grandes franjas de la superficie del planeta a la vez.

«Encontrar grandes fuentes de gas metano rápidamente es la mejor manera que pensamos para tener un impacto a corto plazo», dijo Wight.

GHGSat tiene como objetivo aumentar sus observaciones satelitales, desde escanear la Tierra semanalmente con dos satélites hasta escanear diariamente con una flota de 10 satélites a principios del próximo año, agregó Wight en el comunicado.

Cómo podemos reducir las emisiones de metano de las vacas

Estatuilla sobre el razonamiento deductivo

Las grandes empresas que lucran con la carne generan tanto capital que prácticamente no existe regulación por parte de los gobiernos del mundo. Muchas veces, directamente implicados en el negocio en sí.

Aunque pueda parecer inocente, con absoluta objetividad, controlar y reducir al mínimo el consumo de carne es una imperiosa necesidad para la humanidad

Y en este momento, después de dejar de consumir carne, representan las dos medidas más efectivas que el común de la gente —como consumidores en una sociedad que funciona gracias al consumo—, podemos tomar.

Impacto del consumo de carne en el planeta.

No solo por estos animales, que son cobardemente explotados por el negocio de vender la carne de sus cadáveres, sino por todos los animales del planeta (incluyéndonos a nosotros mismos, los animales más letales y autodestructivos de todos) y a todas las especies que conforman el natural equilibrio de la existencia.

Además, el maltrato y la crueldad animal de la industria de la carne, sencilla y lógicamente imposible de discutir, se extiende también a los seres humanos. Esta industria no solo es una de las contaminantes y letales para el planeta, sino también para las personas que trabajan en ellas.

Como enseña, por ejemplo, este cortodocumental de la popular cadena alemana Deutsche Welle (uno de tantos otros), la industria de la carne, la producción agrícola capitalista y el negocio de los mataderos está íntimamente relacionado con la explotación laboral y la violación de lo derechos humanos de sus trabajadores de menor rango.

Por otra parte, como hemos visto y como es de público conocimiento, producir carne para el comercio en la forma en la que lo hace la industria de la carne no solo tiene una huella de carbono letal, sino que implica una enorme contaminación, la destrucción de hábitats y de miles y miles de especies.

Como si fuera poco, y como han demostrado numerosas investigaciones científicas, el consumo excesivo de carne de vaca —algo habitual, constatado y de lo que se tiene registro en todo el planeta— está asociado a diferentes enfermedades y problemas de salud.

Matadero
Matadero.

Sobre todo entre aquellas personas que llevan estilos de vida sedentarios, que también suelen ser quienes más consumen carne, y está seriamente vinculado a los trastornos cardíacos.  El consumo recurrente de carne roja se asocia con un mayor riesgo de diabetes tipo 2, enfermedad cardiovascular, ciertos tipos de cáncer (incluidos los de colon y recto) y muerte prematura.

De hecho, de acuerdo a lo que señala este estudio científico, publicado por la Harvard TH Chan de Salud Pública de la Universidad de Harvard, la asociación de aumentos en el consumo de carne roja con un mayor riesgo relativo de mortalidad prematura es consistente.

Asimismo, la industria de la carne tiene mucho más que ofrecer en este show de la muerte: también provoca el desperdicio de toneladas de agua y genera abominables cantidades de residuos, muchos de ellos tóxicos, que terminan vertiéndose en ríos y ecosistemas para seguir destruyendo absolutamente todo a su paso.

Por una simple cuestión de razonamiento deductivo: este círculo de contaminación, matanza y destrucción, funciona gracias al consumo. Es decir, gracias a las personas que utilizan su tiempo y su energía en trabajar para así conseguir dinero con el cual luego pagar para comprar carne y hacer que este funesto círculo del mal, siga funcionando.

La producción de carne industrial únicamente beneficia a los empresarios que llevan adelante el negocio de atentar contra la vida.

Solamente a ellos. Y nosotros, no solo propiciamos que así sea al entregarles dinero, sino que les entregamos nuestro tiempo, nuestra energía y nuestro esfuerzo, que es básicamente lo que entregamos al trabajar a cambio de dinero.

Consumir carne impacta en el clima y aumenta el calentamiento global

Pero lo cierto es que, tal como lo evidencia la ciencia y miles de estudios relacionados con el funcionamiento del cuerpo humano, más allá de los mitos y las falsas creencias que la propia industria de la carne se encargó de esparcir por la cultura popular, nuestros organismos no necesitan que comamos carne todos los días.

Además, cuando lo hacemos, no necesitamos adquirir esa carne en los mercados ni en las grandes tiendas que sostienen este negocio, ya que están estrechamente vinculadas al sostén económico de ese tipo de producción en particular.

Por eso, comprar la menor cantidad de carne posible, y cuando lo hagas, hacerlo con pequeños productores que lo hagan de forma sostenible y ética, es hoy la forma más eficaz de sumar nuestro granito de arena en esta inmensa problemática creada únicamente por la humanidad.

Cambiar dos aspectos tan básicos como estos en nuestra forma de consumir puede parecer poco, pero es un paso enorme hacia un cambio absolutamente necesario y una señal para las grandes empresas que lucran con la crueldad. Así como también una forma real de ayudar a construir en la Tierra un espacio más justo, saludable y propicio para la vida en el vasto, solitario e inhabitable universo que hasta ahora hemos conocido.

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Por Hernán Roble

Investigador y divulgador científico, apasionado por las ciencias y fundador de Enclave Científico.

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